Bañar a un recién nacido es un momento especial y muy importante para el desarrollo del pequeño. No sólo ayuda a mantener limpia la piel del bebé, sino que también refuerza los lazos afectivos. Es un momento de relajación y cercanía que permite descubrir el mundo: el bebé conoce el tacto del agua, el olor del jabón o el apacible sonido de las salpicaduras. Para muchos padres, sin embargo, el primer baño puede suscitar inquietudes y preguntas, por lo que conviene conocer algunos consejos para hacer de este momento un ritual agradable.
Preparativos para el baño
Un baño seguro del recién nacido empieza por preparar cuidadosamente un lugar adecuado. Puedes elegir entre varias opciones: las más populares son un cambiador o una bañera, lo que te resulte más cómodo. Un cambiador ofrece una zona de baño estable y elevada, que facilita las maniobras de los padres sin tener que agacharse constantemente. También son buenas opciones una bañera con una ligera elevación o una piscina infantil especial para bebés, donde es fácil mantener al bebé en una posición segura.
¡Es hora de echar el agua! La temperatura óptima para los recién nacidos oscila entre 36 y 37 grados Celsius. Puedes comprobarlo fácilmente con un termómetro de baño, pero si no tienes uno, también puedes comprobar la temperatura con el codo: el agua debe estar templada pero no caliente.
Recuerda también poner la habitación a la temperatura adecuada y evitar las corrientes de aire. Si es posible, considera también la posibilidad de utilizar alfombrillas antideslizantes antiestáticas para proporcionar una sensación de seguridad adicional al meter a tu pequeño en el agua. Cuando todo esté listo, podrá disfrutar de este momento tan especial.
Elegir los accesorios adecuados
Cuando bañes a tu recién nacido, es importante que tengas a mano todos los accesorios necesarios -no deben faltarte-: franelas, artículos de aseo y toallas. Las franelas deben estar hechas de materiales suaves que sean delicados con la piel sensible de tu bebé. También puedes considerar el uso de esponjas naturales, que eliminan la suciedad de forma aún más eficaz sin irritar la piel.
Elegir los cosméticos de baño adecuados es sumamente importante. Los champús y jabones corporales deben estar especialmente adaptados a los recién nacidos: con etiquetado hipoalergénico y sin sustancias químicas nocivas. Evita los productos que contengan colorantes artificiales o fragancias fuertes, que pueden provocar alergias o irritaciones en tu bebé. Es mejor optar por cosméticos con una lista corta de ingredientes y de origen natural.
Las toallas suaves y absorbentes y los gorros para la cabeza también son una buena idea. Proporcionan comodidad al bebé cuando se seca después del baño y también son necesarios para mantenerle caliente. Así te resultará más fácil envolver a tu pequeño justo después de sacarlo del agua, lo que ayuda a evitar un enfriamiento repentino.
Técnicas para coger y lavar a un recién nacido
Bañar a un recién nacido es un momento especial, pero requiere que los padres tengan las técnicas adecuadas para sujetar al bebé, de modo que tanto él como el cuidador se sientan seguros. La regla más importante es la estabilidad: sujeta siempre al bebé con una mano por debajo de la cabeza y el cuello y la otra por debajo de la espalda. Esta forma de sostenerlo le proporciona apoyo y seguridad, lo que es muy importante durante el baño. También puedes utilizar bañeras especiales para bebés, que suelen tener un fondo antideslizante y cómodas hendiduras para que el pequeño no se te resbale de las manos.
Durante el lavado, es conveniente utilizar el método "de arriba abajo". Primero, puedes empezar por la cara: con agua limpia o un paño suave humedecido en agua, lava la cara de tu pequeño. Después, pasa a lavarle los brazos y las piernas y, por último, la barriguita y la espalda. Acuérdate de las zonas propensas a irritarse, como la zona del pañal o los pliegues del cuerpo, que necesitan un cuidado y una delicadeza especiales. Utiliza productos hipoalergénicos adaptados a la piel sensible de los recién nacidos, ya que su piel es mucho más fina que la de los adultos.
Recuerda que el baño es un momento para crear un vínculo entre tú y tu bebé. Mientras lo lavas, háblale en un tono suave o cántale canciones de cuna: además de calmarlo, harán que el momento sea más relajante. Deja que tu bebé "coja" el agua o que le salpique de todas las maneras posibles: así favoreces su desarrollo.